El 10 de mayo se celebra el Día Mundial de la Comunicación Social. La iniciativa fue de la Iglesia Católica y se trata de una convocatoria a las comunidades a escala global a reflexionar sobre un fenómeno que, en su versión analógica o digital, media la totalidad de las relaciones humanas.
En muchos países, los medios diversificados se han transformado en inmensos conglomerados económicos y en sujetos políticos con alta capacidad de definir agendas y de forzar decisiones presionando sobre los Estados.
Son los mismos que tienden a aumentar la visibilidad crítica de todos los actores contrarios a sus intereses, al mismo tiempo que reservan para sí un lugar de trabajada invisibilidad. Es decir: en sus espacios todos pueden ser cuestionados con la excepción de ellos mismos y sus aliados de la economía concentrada y de los sectores políticos que los expresan.
De allí la necesidad de que la reflexión sobre estos grandes medios se impulse desde afuera de ellos. Es lo que vienen haciendo desde hace tiempo una serie de instituciones estatales, no gubernamentales, educativas y comunitarias, entre muchas otras. Lo hacen a través de Observatorios de Medios, Centros de Estudios, cátedras universitarias o ensayos de nuevas experiencias comunicacionales.
En la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2020 el Papa Francisco dedicó su mensaje al tema de la narración: “creo que para no perdernos necesitamos respirar la verdad de las buenas historias: historias que construyan, no que destruyan; historias que ayuden a reencontrar las raíces y la fuerza para avanzar juntos. En medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos”.
El Día Mundial de la Comunicación Social fue convocado como un día de reflexión crítica.
Fuente/ ENACOM